sábado, 8 de julio de 2017

Desembarco militar en la Costa Brava catalana




Son incontables las veces que la realidad supera con creces a la ficción. Lo que viene a continuación es una de ellas.

Se ha producido un desembarco militar en la Costa Brava concretamente en la cala Mateua de la famosa ciudad de L´Escala. El Ejército y la Guardia civil, con sus respectivos pertrechos bélicos, sorprende a los bañistas. Más de uno de estos ha declarado que lo primero que pensó fue en las declaraciones de Cospedal, Ministra de Defensa, exhibiendo que el Ejército podía intervenir en la cosa catalana. La noticia corre como reguero de pólvora: a los profetas desarmados del somatén ideológico independentista les pilla de sopetón y a los poetas armados de lo mismo les coge de improviso. El resto del personal se prepara a hacer selfis a diestro y siniestro pues la ocasión la pintan calva.

¿Una maniobra militar de intimidación? ¿Una exhibición de fuerza de los picoletos y los milicos? Ni lo uno ni lo otro. Pero la Benemérita y el Ejército son reales, no hay trampantojo alguno. La cosa es más crematística. Resulta que el concejal de dicho Consistorio en representación del PDeCAT, Martí Guillem, es dueño del camping que está a la vera de la playa. Ya saben ustedes que ese partido es el heredero de la vieja Convergència. Pues bien, este empresario hotelero, que siempre –según manifestó reiteradamente--  manifestó enérgicamente que L ´Escala debía ser un territorio libre de maniobras militares organizó junto a las autoridades españolas dicho desembarco con el fin de que los clientes del camping disfrutaran de un espectáculo y, así, matar el aburrimiento. Picoletos y milicos se avinieron a ello con la condición de no cobrar ni un duro.

Profetas desarmados y poetas armados hacen mutis por el foro, aunque hay quien afirma que tuvieron un alivio. No era ni una invasión ni una exhibición. Era puro negocio de hostelería a favor de uno de los suyos, el militante convergente Guillem. Un caballero que con una mano denuncia a España y con la otra se aprovecha de sus aparatos militares.


Ni una versión de zarzuela bufa daría para tanto. Ni siquiera a Joan Capri se le hubiera ocurrido algo así. Pero, hoy, casi todo es posible en Cataluña. Por cierto, si no se lo creen demanden a La Vanguardia. Ahí tienen la noticia: http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170708/423958681975/un-desembarco-militar-en-la-costa-brava-sorprende-a-los-turistas.html 

Aquí lo mismo se fríe una corbata que se plancha un huevo.



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