miércoles, 19 de julio de 2017

Los españoles olemos mal: a pescado

El Dómine Cebra

Parece que han quedado atrás los tiempos en que los independentistas catalanes intentaban argumentar los motivos de la ruptura con España. Intentar, he dicho. Aunque fuera con argumentos truculentos, al menos era algo. También quedan lejanas aquellas aseveraciones tendentes a demostrar que el apoyo internacional a la causa del secesionismo era un hecho. Todo eso tuvo escasísimo recorrido. Fracaso diplomático y despilfarro de dineros empleados en dicha labor.

Ahora se ha entrado en una fase que, dicho escuetamente, podemos caracterizar de esta manera: agotados los argumentos y fracasados los castillos en el aire, el intento de argumento ha dado paso a la invectiva y al insulto a todo un pueblo. «Los españoles me dan pena», dice el nuevo director general de los Mossos de l´Esquadra. O los «españoles me dan asco por su olor a pescado», según explica doña Pilar Rahola. Ambos en twitter. De lo que infiero que se trata de crear un batallón de agitación y propaganda como substituto del fracaso del razonamiento político.

Naturalmente es irrelevante que los españoles le den pena al capataz de los Mossos. Pero es mucho decir que los españoles apestamos a pescado. (Rahola: de te fabula narratur). Lo que es rematadamente falso. Aunque ciertamente la gente de la mar –de todas las latitudes--  mientras dura la labor apestan a pescado; después se duchan y a otra cosa, mariposa. Ahora bien, qué relación hay entre dicho olor de los españoles y  el procés catalán. Es algo que esa potente intelectual de Rahola no ha aclarado. Pero ahí queda dicho para admiración de sus propios y como arma argumental a falta de razonamientos convincentes. En todo caso, la novedad ya no es el ataque a las autoridades españolas, sino a todo un pueblo sin excepción. Con lo que podemos convenir que el discurso secesionista está agotado, quién sabe si definitivamente.

Hace mal Rahola. Porque no pocos españoles huelen a chotuno y a bragueta incontinente. Lo que es igualmente compartido por determinados sectores catalanes. Por ejemplo, me da que en estos momentos huelen –y no a ámbar— de la misma manera Ángel María Villar y Sandro Rosell. Por no decir, Oriol Pujol Ferrusola  e Ignacio González.

Ahora bien, ¿qué sentido tiene ese estilo del capataz de los Mossos y el de la musa Rahola? Oído cocina: comoquiera que el procés acabará en derrota se trataría de impedir las bases de una relación positiva entre los «catalanes» y los «españoles», vale decir, que la llama del enfrentamiento no decaiga. Que es cosa que se alienta desde los fondos de reptiles de las covachuelas de Madrid y Barcelona. O sea, mantener la bronca por otros medios.


Por lo demás yo también «acepto sin pestañear todos los calificativos envenenados que se nos dediquen desde los suburbios de un poder vicario», según escribe Paco Rodríguez de Lecea (a quien califico de dottore Sutile) en No soy unionista

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